sábado, 16 de julio de 2022

Entre la vida, la muerte y las rosas

Yo tengo un “amor platónico”

He tenido muchos, pero hay un titular y él lo sabe. Bromeamos al respecto. No es secreto para nadie. Es una bonita historia que ya tiene más de 20 años.

A partir de cierto momento supe que era “un amor platónico correspondido”, y nadie logrará nunca que lo ponga en duda.

No es sólo que un hombre famoso, importante y ocupado, se tome unos minutos de cada primero de enero para felicitarme por mi cumpleaños (¡primero de enero!) sino que solían pasar cosas como:

*Dice al aire (en vivo, en transmisión radial) durante cualquier juego de los Tiburones, cualquier cosa acompañada de mi nombre completo, algo así como: “Giovannina Orsini tiene una relación estrecha con el Circuito…” –¡con esa voz!*

Yo, al lado, faranduleando en la caseta de transmisión entregando un pan de jamón, unos dulcitos o unos datos de una jugada que ameritaba su explicación, derretida, sonrojada y con una de esas sonrisas que ocupan toda la cara, le pregunto:

 ¿Por qué lo haces?

Él, con su sonrisa serena y aplomo, dice, ¡con esa voz!:

 Porque te gusta.

*Me tienen que sacar con cucharilla de la caseta*

No se gasta. Pero ya eso ha sido mucho menos frecuente. Menos beisbol, menos farandulería, menos endorfinas.

Y ahora, no es que ande buscando sustitutos… sino que de pronto aparecen otras fuentes de sonrisas que uno no estaba esperando.

Así como que te dan una sorpresa tipo cuatro rosas blancas en un beaker sobre tu escritorio.

– ¡Dios mío Santo! –alcancé a decir aterrizando en un banquito para no desmayarme de la emoción.

Y este pana, adorable pana, simplemente pensó en traerlas “porque a ella le gustan las rosas blancas”.

– Son sólo unas rosas, no es nada.

Ajá, sí… y vuelvo a tener sonrisa crónica desde entonces. 

Te advierto que no-pueden-no-ser gran cosa si sabes lo que significan para mí, o al menos cuánto me gustan.

Pero el título de este escrito de sábado por la tarde parece querer decir más cosas, y tal vez este cuento salga un poco largo. La ocasión lo amerita. Gracias por leerme.

Desde hace un par de meses ando diciendo que “soy un gato” – por aquello de que ellos piden cariño pero sólo cuando quieren, de resto, casi mejor mantenerse a distancia prudencial. Eso, por supuesto hace ruido a todos mis hermanos fanaticos de Tiburones ¡No puedo ser una gata! #QueJeso!! Pero sí, en contexto no beisbolístico parece que lo soy y esta gata ha perdido dos de sus siete vidas estas últimas dos semanas… tal vez perdí otra por allá por el 2008 pero eso ya se los conté, así que me toca andar con más cuidado.

Dos miércoles seguidos, dos experiencias cercanas a la muerte: una intoxicación por cloro y una crisis hipertensiva que lució como infarto. Muchos ángeles alrededor y tal como aquel 4 de enero de 2008, solo podré recordar esto con amor. A pesar de que en el interín “me perdí” los cumpleaños de dos personas importantísimas para mí ¡y de las voces oscuras de Maracay! ¡qué pecado! Pero bueno, estamos matriculando para celebrar los próximos.

Entonces esta historia, más que historia es una sesión de agradecimientos. Es que de verdad todo ha sido un aprendizaje fabuloso. El chico aquel de las rosas me ha ayudado infinitamente –no se imagina cuánto, a ver las cosas desde otro perfil.

Agradezco entonces en primer lugar, a un caballero azul que llegó a cualquier hora de la madrugada en su corcel blanco… y estuvo hasta cualquier hora dándome paz y seguridad. Luego fue a visitarme una semana después –en mi estresante día de elecciones, alegrándose de verme mejor, pero resulta que no estaba mejor un cebillo (zulianamente hablando) sino que me estaba muriendo con un no tan silencioso ataque de hipertensión y ni cuenta nos estábamos dando. ¡No puedo con lo guapo que es y con lo afortunada que soy!

Todos mis demás trasladadores tendrán para siempre un espacio en mi alma y en mi corazón: Anita, Raúl, MIS Bomberos voluntarios universitarios y los re-guapos paramédicos de Veneasistencia, con quienes coqueteé horriblemente mientras llenaban su informe, tipo:

– ¿teléfono?

– ¿me vas a llamar? #RisasColectivas

– ¿fecha de nacimiento?

– Primero de enero de 1970 – y sale el otro:

– ¡ah! Capricornio, con razón #RisasColectivas

Entonces me toca recordar con amor el momento “hospital del llanito” pues no solo me pusieron una vía –de-pana-y-todo, sino que esperaron a que llegaran MIS bomberos a hacerme el siguiente traslado. No les tocaba. Ni una cosa, ni la otra. Simplemente me quisieron tratar bellísimo.

Mi hijo se hizo grande estas dos semanas y estamos orgullosos. Tomando el control de ambas situaciones, haciéndose cargo de todos los contactos, poniendo al día a la familia –la de sangre y la bomberil, y sobre todo contribuyendo a que se pavimentara nuevamente nuestro canal de comunicación que andaba un poco maltrecho. Su compañera, reina de la logística y la previsión, fue pilar fundamental en ambas circunstancias ¡Gracias!

Nos tocó vivir contrastes: lo bonito de Salud Chacao, lo terrible del hospital del Llanito #CamaNoHay, lo tecnológico del Pérez Carreño, sin excluir el peloteo del paciente entre los servicios, lo amable de la Clínica Atías, lo acogedor del ambulatorio de MI Cuerpo de Bomberos, lo elegante del Urológico San Román. Y en cuanto a la gente ¡Uff! Igual… el Doctor amoroso de Salud Chacao, el pobre residente de Medicina Interna del Domingo Luciani, amargado, malhumorado y torpe, el aparentemente competente cardiólogo del Pérez Carreño pero socialmente defectuoso, mis abnegados bomberos voluntarios para los que solo tendría epítetos amorosos, y el experimentado y sensible cardiólogo de San Román ¡que ahora lo tenemos a un mensajito de distancia!

“Académicamente” estoy muy agradecida con las manifestaciones de afecto de los colegas y el buen servicio prestado por nuestro seguro que aún no sé utilizar apropiadamente. Y definitivamente agradeciendo el valor y ejemplo de nuestra Evelia Monascal, fundadora del Orfeón Universitario quien, en medio de mis ‘encuentros con la parca’, celebró sus 100 años ‘vivita y comiendo pizza’.

Qué pena yo con todo este drama a mis piches 52. Bueno, realmente no han sido nada piches. Han sido bonita e intensamente vividos, sin duda. 

¡Estoy teniendo una hermosa vida, Gracias!

 

Y sé que no nos hemos dado permiso para contar días ni celebrar cosas porque ‘no está pasando nada’, pero esas cuatro rosas blancas en un beaker sobre mi escritorio llegaron justo un mes y un día después de haber conocido a todas aquellas salamandras. Otras muchas cosas bonitas ‘han estado pasando’ antes y después de eso, y aunque quieras asumirte como efímero, o “hacer puff” cualquier día y desaparecer de este camino, pues… lo lamento, mi amigo, ya no lo fuiste. Ya no puedes desaparecer de estas historias, pues son tus historias. Todo es ganancia en este negocio. Nada que perder, nada que temer. Solo aprendizaje mutuo y afectuoso, rosas y café. Es hermoso estar conociéndote.

9 comentarios:

  1. Gracias a la vida... Que te ha dado tanto! Y vas a estar mejor, sobre todo porque lo mereces. Te quiero!

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  2. Bello relato! A cuidar las vidas que te quedan, que aún son muchas.

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  3. A cuidar el corazón, el de carne y el del alma. Que bueno que estés bien!!!

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  4. Cuídate mucho amiga, eres única

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  5. Hasta que me entero de más detalles, mi querida Comadre. Bueno, muy sencillo. Te prohíbo que te vayas sin echarle el agua a Pikaso. Entiende que es un niño sensible y ¿cómo podría explicarle que su madrina no está ? Falta mucho... Que me enseñes a cantar y que me lleves al estadio, por decir dos pequeñitas cosas. Vamos a ponerle fecha. Un abrazo grande. En mi gratitud de ascendida siempre

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