Esto lo he contado
mil veces, y lo seguiré contando! aunque ahora reposará plácidamente aquí en mi
blog.
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En el mejor lugar: A6, el Templo |
Soy la menor de
tres hermanas. Algo tal vez no tan bueno para un papá llanero -y caraquista, pero eso
fue lo que le tocó y entonces desde chiquitas nos enseñó, junto con mi mamá -magallanera, lo
hermoso y sabroso que es el deporte favorito de los venezolanos. A mis escasos
10 años me estaban dando la responsabilidad de decidir cuál de los bandos de ‘los
eternos rivales’ dominaría en casa!
El pequeño detalle
es que transcurría la mejor época de los Tiburones de la Guaira (hasta el
momento). Estábamos en 1980 y, a pesar del jonrón 20 de Baudilio, pasó algo
simple: me enamoré perdidamente de la elegancia de Raúl Pérez Tovar en su jardín central, cargando en la espalda ese número
24 que me perseguiría años más tarde - pero
como dice Michael Ende en su “Historia Interminable”[2], esa es otra historia y
deberá ser contada en otra ocasión.
Guerrillera yo, tanto entonces como ahora, no quise
ser parte de lo común. Escogí algo especial…! pero no lo supe sino 20 años más
tarde.
Llegué a tener un
esposo guaireño y guairista! Eran los años 90 y de ser La Guerrilla pasamos a ser Salserín.
Él era de los que no querían ir a ver perder al equipo y parece que yo estaba
como chiquita que no quise llevarle la contraria. Así que tuve que esperar a
estar soltera de nuevo (¿sería el beisbol causal de divorcio?) y en el año en
que los Yankees alcanzaron su vigésimo cuarto campeonato (aja, el 24, y si! me
gustan los Yankees) comencé a ir a mi estadio, ... sola, … a las gradas y fui
feliz!
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Llegó la era tecnológica
y los grupos y las redes… Entonces lo supe. A partir de ese momento tuve una
nueva familia, un nuevo estilo de vida, una nueva religión. Más nunca estaría
sola. Y entonces pasan cosas simpáticas como que en medio de la nada, en salida
de campo con unos colegas (en mi carrito muy bien identificado como tiburón), un
motorizado nos toca corneta y se agarra la manga de la chaqueta… asustados mis
colegas dicen ¡¡¿qué pasó?!! Ah, nada!! es un tiburón –desconocido- y me está
saludando!!
Doy gracias a Dios
y a la vida, por esta parte de mi vida, que sin lugar a dudas, es una GRAN parte!
Siempre, Pa'encima!!!!
Bella historia, jajaja. Digamos que todas llegamos a la afición de la pelota de maneras diferentes. Esta sin duda, es de las más originales que he leído. Te cuento que la única vez que fui al estadio estaba jugando tu equipo y me pareció maravilloso. Todos sabemos que el fanático guairista es "El fanático"... Super respetable. Un abrazo grande
ResponderEliminar¡Gracias! es bonito saber que contamos con la simpatía de la mayoría de los fanáticos del resto de los equipos.
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