E identificamos juntos las
lavanditas… ¡Gracias por eliminarme un
prejuicio!
Había ocurrido entonces el evento
sorpresivo del que aún no les escribo, con lo cual, inmediatamente comienza a
emerger el nuevo capítulo de nuestro cuento, tu cuento. Y ante la indudable dificultad, pregunté a mis amigos
lectores si podrían describir un olor, y que me contaran qué sensaciones les causaban
los olores agradables –o algunos desagradables, y a dónde se trasladaban al
percibirlos.
Me di cuenta que pocos intentaron
siquiera ‘describir’ el olor. Lo más parecido fueron cosas como “suave” o “dulce”,
¿¡“elegante”!? ¿cómo es un olor elegante? Resulta que así como no tenemos
palabras para definir un conjunto hermoso de manifestaciones de afecto sin que
llegue a ser una etiqueta peligrosa, así mismo veo que no contamos con
suficientes adjetivos para compartir con otra persona a distancia, por ejemplo,
la diferencia entre dos plantas de “toronjil”: uno es más mentolado que otro
¿cuánto, cómo? ¿como el mentol chino o como la pasta dental?, o aquel trillado
asunto de la diferencia entre “cilantro” y “perejil” – uno huele a sopa y el
otro a ensalada ¿pero cómo describes eso? ¿cómo explicarle a mis estudiantes la
diferencia entre aquel famoso y desconocido “acetaminofén” con respecto al más
familiar “orégano orejón”? ¡Es todo un tema!
Lo cierto es que,
definitivamente, los aromas nos trasladan, y generan placer y nostalgia:
añoranza; sin duda nos hacen revivir momentos. Entonces, con el aporte de ustedes,
voy a hacer un ejercicio literario a ver si les huele:
Es una casa, como la de los enanitos
de Blancanieves en la mitad de un bosquecito. Afuera, de un lado están
sembrados unos árboles de mango y otros de guayaba. La cerca es de azahares y
jazmines, y en ciertas noches no sabes qué es más brillante, si lo blanco de
las flores o lo dulce del olor. Hacia el lado de atrás, por donde está la
cocina, han sembrado albahaca, romero y menta… y al descuido ha crecido un
espinoso culantro. Creo que es diciembre, porque ya están sancochando hallacas…
pero es temprano y la abuela está haciendo café y friendo tajadas para las arepitas
mientras nos grita: ¡búscame unos manguitos verdes pa’la jalea! ¡ve a poner las
rosas en la mesa que ya vamos a comer! ¡y tú, tráeme guayabas pa’hacerte un
juguito, que estás jipata! Es una casa de vacaciones, por lo que la tía está
preparando un cuartico para los chamos: recién compró una enciclopedia ¡de doce
tomos! ¡nuevecita! y hay una caja full de creyones y plastilinas: ¡eso es el
paraíso! Toda la ropa está lavadita y perfumada pues “oler rico y limpio es amor”…
lo cual no va a durar mucho pues afuera hay caballos y bosta de vaca, que como
parece grama, ellos van y la pisan… sin hacerle mucho caso a cómo va a oler la
perrita después. Empieza a llover, pero el petricor no logra competir con el
aroma de este chico que viene asomándose por mi ventana…
¡Por mi ventana! ¡Ya ese es mi
cuento! Es que eso ocurrió como en uno o dos segundos y me tardaré un poquito
más de eso describiéndolo. Estaba yo sentada en mi escritorio viendo cualquier
cosa (de Marvel, obviamente, pues no estoy trabajando ¡estoy ‘de reposo’!);
detrás de mí está una ventanita que da para el pasillo; ahí hay una cartelera y
desde ahí, hace como tres meses, escuché que me tarareaban un ‘Ave María’: el
mismo personaje capricorniano. De pronto, se me cierran los ojos, se me ladea
la cabeza y me descubro percibiendo un aroma que me encanta ¡EPA! ¡YA VA! ¿Por qué huele así? –me levanto como
loca a abrir la puerta, casi corriendo ‘como para que no se me escape’, y ahí
estaba: imponente, sereno, sonreido, como quien no ha quebrado un plato,
adueñado por completo de mi sonrisa.
Sólo para no perder mis
costumbres, hice un poquito de investigación bibliográfica[1]
y en internet me dijeron que “el lazo amoroso que surge entre dos personas
tiene una explicación bioquímica y tal como lo explican investigaciones
científicas, el olfato es señalado como el sentido más poderoso en cuanto a
contacto sexual (…) el olfato detecta moléculas esparcidas en el aire, donde
sensores nerviosos en el epitelio olfativo llevan la información al cerebro y
éste con su memoria, reconoce el olor de la persona” ¡Esto es peligroso! Así que
mejor cierro con esta frase fuera de
contexto que se me atravesó por ahí:
“El enamoramiento es
irreversible, pero viene con fecha de vencimiento”
#SonSóloRosas
#NoPasaNada
[1] https://conexion.cinvestav.mx/Publicaciones/el-papel-del-olfato-en-la-qu237mica-del-amor-aromas-que-enamoran